Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Segunda vida (17)

Jordi Tarrés: "Me han trasplantado el hígado y el riñón. Jamás me hubiera imaginado verme así"

Segunda vida (16). Manuel Orantes: “Cuando me dijeron que gané más partidos en tierra que Nadal no me lo creí”

Segunda vida (15). Dani Solsona: "Claro que habría jugado en el Barça, aunque yo siempre seré del Espanyol"

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles.

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles. / Zowy Voeten

Begoña González

Begoña González

Santpedor
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Jordi Tarrés (Rellinars, 1966) fue siete veces campeón del mundo de trial y abrió una nueva era para la disciplina en Catalunya. Tras haber vivido de las motos en todas sus facetas, se vio obligado a parar hace cuatro meses para someterse a una complicada operación de transplante de hígado y riñón. Ahora, ya recuperado, atiende a EL PERIÓDICO desde su factoría de motocicletas TRRS Motorcycles en Santpedor.

¿Uno no llega nunca a bajarse de la moto?

No, afortunadamente (ríe). Hasta ahora he podido hacerlo siempre y desde todas las perspectivas. Todo empezó como un 'hobby', luego fui piloto y tras retirarme en el 97 seguí vinculado a marcas de motos, fui manager, preparador, entrenador… Hasta hoy que soy fabricante. La cabra tira al monte. 

¿Cómo se encuentra?

Pues mucho mejor. Hace cuatro meses que me trasplantaron el hígado y el riñón y aunque es un proceso muy lento y duro mis médicos me dicen que voy súper bien. Me dicen ‘si vieras a los que vienen por aquí’... pero yo soy una persona muy impaciente y aunque estoy mejor, tengo prisa por recuperarme y poder volver a montar en moto. Evidentemente soy consciente de que todo lleva un proceso. He pasado por una operación muy delicada y encontrarme verdaderamente bien requerirá tiempo y paciencia porque esta es la carrera de mi vida. Jamás me hubiera imaginado verme así. 

Al dejar de competir te das cuenta de que la vida real va a otro ritmo. La moto al final es un deporte individual, tú tomas las decisiones y puedes ser impaciente, pero el resto de la vida es una disciplina de equipos. No todo depende de ti.

¿Es paciente?

He aprendido a serlo. Las carreras duraban tan poco que había que ser impaciente y si una semana no salían bien, había que machacarse a trabajar para que salieran bien en la próxima. Al dejar de competir te das cuenta de que la vida real va a otro ritmo. La moto al final es un deporte individual, tú tomas las decisiones y puedes ser impaciente, pero el resto de la vida es una disciplina de equipos. No todo depende de ti. La vida te enseña con estas cosas que lo que cuando competías te parecían verdaderos dramas realmente no lo son. Los problemas de salud requieren una estrategia muy distinta pero también hay que superarlos. Y tengo claro que es otra carrera que intentaré ganar. 

¿Para esta carrera le sirve lo que aprendió en el trial?

Claro. La diferencia entre un buen deportista y otro mediocre es la cabeza. Hay deportistas que técnicamente son súperbuenos, pero que llega la competición y no saben gestionar la presión. Los campeones funcionan al revés. Se crecen ante las dificultades y cuando hay problemas sacan las fuerzas de donde haga falta para superar esas adversidades, como Marc Márquez.

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles.

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles. / Zowy Voeten

¿Haber creado una moto con su nombre es su autohomenaje?

Sí, más o menos. Me hace sentir muy realizado aunque para el sector de la moto cada vez hay ‘más palos en las ruedas’, nunca mejor dicho. 

Estas restricciones no existían cuando usted empezó. 

Yo empecé a los 13 años cogiéndole la moto a mi hermano, una 350cc, y saliendo por ahí a dar vueltas por el pueblo. Había que vigilar con la Guardia Civil, pero nada más. Salía por la montaña sin ningún problema. Los moteros hemos cogido mala fama de forma injustificada. 

¿Por qué cree que ocurre?

Siempre se ha dicho que las personas que van a 300km/h en una moto tienen que ‘estar locas’, pero es todo lo contrario. Hay que ser muy cerebral para ir con una moto a 300km/h y controlarla. Como en la velocidad, el resto de disciplinas. Por cuatro descerebrados pagamos todos. Por suerte compensamos esa imagen teniendo los mejores pilotos del mundo. 

Realmente hay una gran cantera de catalanes en el motociclismo

Sí, y no lo valoramos. Cuando yo gané mi primer título mundial en el 87 fui el primer piloto español en ganar un título ‘offroad’ y se valoró mucho al principio que compitiera contra americanos, franceses, belgas… A la que empiezan a haber más pilotos de casa el interés baja, se empieza a ver como un campeonato regional. 

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles.

Jordi Tarrés, siete veces campeón del mundo, recibe a EL PERIÓDICO en TRRS Motorcycles. / Zowy Voeten / EPC

¿Era tan caro cuando usted empezó?

Yo empecé en un momento muy complicado, realmente. Cuando dejé mi trabajo para dedicarme a la moto mi abuela se echó las manos a la cabeza y me dijo que estaba loco. Hace 40 años nadie creía que alguien pudiera ganarse la vida corriendo en moto. Más adelante me dijo ‘suerte que no me hiciste caso’. Es cierto también que cuando yo decidí apostar por el trial justamente el sector de la moto aquí atravesaba un mal momento. Montesa, Ossa, Bultaco… La industria motociclista nacional se vino abajo a principios de los 80. Me tuve que ir a buscarme la vida a Italia y me quedé compitiendo con Beta. 

¿Le costó hacer entender a la gente lo que hacía? 

El trial es un deporte minoritario y costó, pero cuando gané salió bastante en televisión, había cada vez más carreras indoor en la ciudad, más sponsors de fuera del mundo de la moto… Todo el mundo nos conocía mucho más que ahora por ejemplo conocen a Toni Bou, que es súper bueno. Fuimos un fenómeno más de masas. 

¿Cómo empezó a ir en moto?

Desde pequeño me gustaban las motos. Lo había visto siempre. Vivía y sigo viviendo en Rellinars, que es un pueblo muy marcado por el motor. Había varias competiciones que pasaban por ahí, incluido el mundial. Supe que quería hacer eso al verlo, pero realmente lo que me enamoró fue la moto. Además, mi vecino Pepitu (Josep) Casademunt era piloto oficial de Bultaco y venía mucha gente a entrenar allí a Rellinars. Yo no me cansaba de pedir una moto, pero no me la compraban, así que aprendí a hacer lo mismo, pero en bicicleta y mientras tanto, se le robaba a mi hermano cuando él no la usaba. 

¿Cómo fueron sus inicios en la competición?

Me vieron algunas marcas y me vieron potencial. Ahora eso es lo que hago yo. Buscas pilotos jóvenes que destaquen. Coincidí también con Pere Ollé (Campeón de España Sénior en 1977) y tuve la suerte de rodearme de gente que me pudo ayudar, porque en mi casa económicamente no lo podían hacer. A mi primer mundial fui con su presupuesto de probador de Beta para ver si conseguía destacar. Me vieron con ímpetu, habilidades y ganas de mejorar y en un tiempo bastante reducido empecé a tener ayudas. Siempre lo digo, solo me he comprado una moto en mi vida. O sea que me salió muy bien la inversión (ríe). 

¿Eso hoy en día sería posible?

Sigue pasando. Todas las marcas buscamos niños prodigio que destaquen, pero ahora es más difícil porque se buscan desde tan jóvenes que puede pasar cualquier cosa. La adolescencia es un periodo muy complicado y hace que muchos chicos que a los 8 años eran buenísimos se pierdan.

La tecnología es imparable y ayuda, pero también limita. Las motos han avanzado tanto que permiten hacer cosas demasiado complicadas, tanto que el trial en sí parece un circo.

Las motos han cambiado mucho tecnológicamente. ¿Se ha desvirtuado la magia del piloto?

La tecnología es imparable y ayuda, pero también limita. Las motos han avanzado tanto que permiten hacer cosas demasiado complicadas, tanto que el trial en sí parece un circo. Yo tuve ganas de practicar trial porque cuando lo veía me podía imaginar a mí haciéndolo, ahora ves un trial indoor con Bou, por ejemplo, y te impresiona tanto que no ves factible hacerlo tú. Yo creo que habría que dar un paso atrás para que el trial llegue a más gente. 

¿De sus siete campeonatos cuál disfrutó más?

El del 87 sin duda. Fue el primero y fue increíble. No lo esperaba porque venía de haber hecho un 11º puesto en el primer año y un cuarto en el segundo. No entraba dentro de mis pronósticos, pero fue maravilloso. Me entrevistaban en las teles y radios de todo el mundo y al volver aquí tuve un recibimiento increíble. Fue como el primer beso, que lo recuerdas toda la vida. 

¿Y cuál fue su momento más bajo?

Cuando gané el último mundial en el 95. No es que fuera el más bajo, pero sí uno de los que más me dolió, porque empecé a ver el final. Ya empezaba a ver que me quedaba poco tiempo peleando así y que probablemente ese iba a ser el último gran triunfo de mi carrera. Me empecé a ver más mayor, compitiendo con pilotos mucho más jóvenes que yo y cada vez me costaba más psicológicamente. Fue un año complicado mentalmente. 

¿Aun así, siguió compitiendo?

Dos años más, pero ya solo conseguí un tercero y un quinto. Era joven porque tenía solo 31 años, que si lo pones en perspectiva por ejemplo con Toni Bou que hoy en día que tiene 38 o Adam Raga que se retiró con 42… Me retiré porque no me motivaban los resultados mediocres después de haber ganado. 

Cuando dejas de competir y eres un referente todo el mundo te da palmaditas en la espalda, y aunque llevas una inercia que hace que todavía haya unos años en los que estás presente, llega un punto que sientes el vacío. Y es muy doloroso.

¿Se sintió mejor?

No. Lo llevé fatal. Cuando dejas de competir y eres un referente todo el mundo te da palmaditas en la espalda, y aunque llevas una inercia que hace que todavía haya unos años en los que estás presente, llega un punto que sientes el vacío. Y es muy doloroso. Intenté rellenarlo vinculándome a proyectos como ‘School of Champions’, pero no me saciaban. Estuve un tiempo mal. No me sentía nada realizado. Ese vacío fue el que me terminó llevando a crear mi propia moto. Al final esa ha sido la experiencia más similar a competir. Me ayuda a olvidar que estoy viviendo momentos difíciles. Hacer de entrenador por ejemplo no me hacía sentir así porque tu ponías mucho y toda la gloria se la llevaba el piloto. 

¿Ese estilo ligero que usted tenía en la moto lo ha vuelto a ver en algún otro piloto?

Yo tuve un estilo peculiar que era totalmente propio porque era como me salían las cosas. Era como un pintor con sus obras que no razona por qué pinta así, simplemente le sale. Muchos de mis competidores aprendieron a imitar mi estilo, pero hay pilotos que lo han mejorado como Toni o Adam, que lo han llevado a otro nivel porque además sus motos pesan 20 y pico kilos menos.

¿Cree que si hubiera competido en la época actual hubiera sido distinto?

La verdad es que me ha encantado vivir la época que me tocó vivir. Fui el pionero, viví etapas económicamente muy buenas y de reconocimiento. Ahora todo es más difícil y regulado. Se ha perdido un poco esa personalidad. 

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS