Baba

Un espejo grabado con el nombre del local indica, en mitad de la calle del Conde de Romanones, que debemos cruzar un maravilloso y elegante portal y su portalada o antiguo paso de carruajes para acceder al patio al que nos dirigimos. Escondido a la vista del transeúnte, pero a solo unos pocos pasos de esta, encontramos Baba. Esta casa de comidas y desayunos de alma jordana, española y gallega –mezcla resultante de las raíces de los padres de sus fundadores–, rinde homenaje con su nombre en árabe a la figura del padre de familia.  

Con un concepto cuyas franjas de apertura y servicio se concentran en el desayuno y la comida, a excepción de los jueves, cuando también ofrecen cenas, el local suma a su espacio interior, repartido en diferentes subespacios, la terraza que se encuentra en el patio hexagonal exterior. Allí, varias mesas acompañadas de olivos rodean la puerta de entrada. Dentro del local, una barra presidida por una máquina de café La Marzocco, flores frescas en cada florero y en el ambiente, la sensación de un servicio tranquilo, de buen fluir, y una selección musical que es un acierto para acompañarlo.

Opciones para sentarse y comer pensadas para dos comensales, algunas mesas para hasta cuatro y dos más amplias, a los laterales derecho e izquierdo del cuerpo del local, en las que la idea es compartir espacio o hacer una reserva por la mesa completa. El mobiliario mezcla piezas vintage con otras de diseño alfombras coloridas con mesas y taburetes de aluminio y en la vajilla no faltan ciertas piezas Duralex. El diseño del local deja a la vista el color granate de la cocina mezclado con el rojo gastado ladrillo caravista, la piedra gris y los diferentes marrones de la madera, generando así, en conjunto, una sensación de casa, de espacio acogedor cargado de la luz que entra directa del patio. 

Una vez nos hacemos con nuestra mesa (si es en el interior, habrá sido necesario reservar, si es en el patio, dependeremos de la disponibilidad en el momento de la llegada), la propuesta gastronómica pone en el centro, sobre todo, elaboraciones árabes, en las que la cocina jordana se actualiza con pequeños toques e incluye guiños a Galicia. En el caso de los desayunos, que finalizan a la una de la tarde, se reúnen tostadas, hummus con huevos, huevos turcos y pitas…

Para comer, con una carta corta y precisa, se puede arrancar compartiendo alguna de sus ensaladas o hummus, retocado en diferentes versiones, con encurtidos, carne o bacalao ahumado. Mención especial a su labneh, de textura perfecta, con fruta de temporada, tomates cherry y ajos asados –acierto asegurado para rebañar el plato hasta que quede limipio– o con za’tar y aceitunas negras. También hay muhammara, esta vez acompañado con bimis y nueces. Buen toque gallego en la selección de producto para sus mejillones al arak y sus navajas con limón encurtido, que junto a la bamia con tomates asados y los pinchos de pollo musakhan o el kofta de cordero completan la parte salada de la oferta. El sumac está presente en casi todos ellos, dejando una impronta reconocible a su paso.

En la línea del cuidado de ingredientes en la que los mejillones y las navajas son una pequeña muestra, en Baba los huevos son frescos y de gallinas en libertad, provenientes de Guisando (Sierra de Gredos), el aceite es AOVE picual de Jaén y el pan y las pitas –deliciosas, por cierto– se elaboran con masa madre y con tiempos largos de fermentación, sin meterles ninguna prisa. Ese mimo por elegir bien y elaborar lo elegido sin demasiadas complicaciones se plasma en su postre estrella: los dátiles rellenos de pistacho y cubiertos de chocolate, con un toque de aceite y sal, irresistibles.

En el apartado de bebidas, casi más amplio que el de comida, los cafés y tés y gran variedad de bebidas frías elaboradas con ambos dominan las mañanas junto a los zumos, mientras que para acompañar la comida o la cena se plantea una cuidada selección de vinos nacionales, ecológicos y/o naturales, con representación de todas las categorías y algunas opciones para pedir por copa.