“Es una alegría volver a casa. ¡Y doble alegría si es en La Pedrera!”, exclama Jaume Plensa. Es quizás el artista barcelonés vive más reconocido internacionalmente, y ahora sus esculturas llenan las salas, la buhardilla y la azotea de este emblemático edificio de Gaudí con motivo de la exposición 'Jaume Plensa. Poesía del silencio', que se podrá visitar hasta el 23 de julio. La muestra reúne a un centenar de obras del artista que giran en torno a la literatura, el texto y el lenguaje.
Eres un artista barcelonés con muchísima proyección internacional. ¿Qué significa para ti esta exposición en La Pedrera?
Es una oportunidad extraordinaria crear un diálogo con Gaudí a través de mi obra. La Pedrera es quizás el edificio que mejor representa su concepción de la arquitectura civil, y es todo un honor que mis esculturas estén aquí.
¿Cómo lo has buscado el diálogo con La Pedrera?
La exposición la ha comisariado Javier Molins, y él ha explorado toda mi obra, a lo largo de cuarenta años, en la que he utilizado el texto, las letras, los alfabetos. Esta exposición viene de Valencia, pero hay piezas especialmente pensadas para La Pedrera. Son más de un centenar de piezas que describen a la perfección mi trabajo y que hablan del texto y el lenguaje como ese elemento que nos hace verdaderamente humanos.
¿No es una contradicción, enaltecer el silencio y el lenguaje a la vez?
Yo creo que la única forma de explicar un concepto es con su contrario. Como escultor, siempre he dicho que lo importante es invisible. ¡Yo, que trabajo la materia! Para hablar del silencio debes hablar del sonido, para hablar del vacío debes hablar de la materia y para hablar del espíritu debes hablar del cuerpo. Para entender la noche debes entender el día. Esto ha sido una pauta de mi trabajo. La fricción entre los opuestos genera energía.

En una de tus esculturas, Les Silhouettes, aparece la frase: “Un poema nunca se acaba, solo se abandona”. ¿Esta idea es verdad en tanto en la literatura como en la escultura?
Esta idea es aplicable a cualquier forma de creación, pero también de vida. Estamos rodeados de cosas que quizás no hacían falta. Hacemos, decimos y pensamos más de lo necesario. ¡El gran reto del arte es este, saber cuándo parar! Es la clave. A veces está bien no saberlo, como Gaudí, que no supo cómo parar, y por eso estamos donde estamos. Él era un vanguardista que no pertenecía a su tiempo. En mi obra, yo he buscado el aislamiento de la época: es importante que sea la obra la que define el tiempo, y no el tiempo la obra.
¿Y es posible?
Es un ideal. Pero también es posible. Cuando pensamos en Giacometti, pensamos en él, no en su época. Cuando pensamos en Leonardo Da Vinci, ocurre lo mismo.
Decías que es importante saber parar. ¿Tú sabes de parar?
(ríe). Es una gran pregunta que nos hacemos todos. Inconscientemente, todos los días voy al estudio. Creo que todavía hay agua que sacar de ese pozo, que cada vez es más profundo. No lo sé. Cuando note la sensación de que ya es suficiente, ya te lo diré.