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Las 12 obras de arte imprescindibles del MNAC

Si visitas este museo, no puedes pasar de largo de algunas de sus piezas más emblemáticas

Rita Roig
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Hay personas de audioguía, perdonas de visita guiada, y también estáis vosotros: los aventureros que van por libre. Os entendemos, visitar un museo puede ser como ir de safari: la gracia está en perderse por las salas y deambular sin rumbo, dejar reposar los ojos sobre los cuadros y las esculturas que nos parecen más atractivos o interesantes. Descubrir artistas, vibrar ante imágenes fascinantes y dejarse guiar por la curiosidad. La visita libre únicamente tiene un inconveniente: puedes salir del museo habiéndote perdido, sin querer, alguna de sus más icónicas obras de arte. El objetivo de esta lista es que seáis visitantes independientes, pero que no os olvidéis de ninguna obra de arte esencial. Así, saldréis del MNAC habiendo exprimido su visita al máximo. Son 12 obras que merecen la pena y que tienen el visto bueno de Eduard Vallès, el Jefe de Colecciones del museo. Podéis utilizarla durante la visita si os apetece, pero que estamos en vuestro equipo: el amor por el arte no se puede planificar y siempre será más mágico emocionarse ante una pieza que se sale del recorrido oficial del museo. 

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1. Pintuas del ábside de Sant Climent de Taüll

Podríamos decir que todo empezó en Taüll, y por eso las pinturas murales del ábside de Sant Climent encabezan esta lista. Son una de las obras más representativas del románico y hacen del MNAC un museo único en el mundo, por la cantidad y calidad de pinturas murales románicas que hay en sus salas. La pintura pertenece al conjunto de la iglesia de Sant Climent de Taüll en la Vall de Boí, lugar donde se encuentra la mayor concentración de arte románico de toda Europa (¡hay una iglesia por cada 25 km!) pero ahora, si deseas ver las pinturas originales, las encontrarás en el MNAC. En una sala tenuemente iluminada (para sentirse como el campesino que iba a profesar su fe en la iglesia del pueblo) los colores estridentes de las pinturas parecen sacar de la pared a un Dios que todo lo ve. También aparecen los cuatro evangelistas, los apóstoles, santos y la Virgen María, así como algunas escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Busque la Mano de Dios (Dextera dominio) y el Cordero de Dios (Agnus dei) entre las líneas geométricas, los pliegos de las túnicas y las miradas hieráticas de todos los personajes.

2. Majestad Batlló

Podríamos hablar del románico catalán durante horas, pero en esta lista solo haremos sitio para otra pieza. Ésta es una escultura que no pasa desapercibida porque, como explica el Jefe de Colecciones del MNAC, "se conserva la policromía y, situada junto al resto esculturas románicas peores conservadas, es fácil ver que es especial". Es una talla en madera de mediados del siglo XII que representa cristo en la cruz, con los ojos abiertos y una túnica larga de cenefas rojas y azules (¡algunos de los pigmentos utilizados, como el de lapislázuli y el cinabrio, eran muy preciados en aquella época!). La Majestad Batlló te llamará la atención entre las vírgenes y otras figuras devocionales de madera. Observa cerca los pigmentos casi milenarios y fíjate en la barba y el pelo de cristo: alguien dedicó horas y horas a trabajar la madera para que no le quedara ningún pelo fuera de lugar.

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3. Virgen de los «Consellers», de Lluís Dalmau

Del recogimiento del románico a la grandilocuencia del gótico. Sin salir del museo puedes entrar en una catedral gótica y maravillarte frente a sus techos altos, recubiertos con bóveda de crucería. Para ello, únicamente hay que echar un vistazo a la Virgen de los "Consellers" una pintura al óleo que Lluís Dalmau hizo en 1445 y que representa a los cinco consejeros del gobierno municipal de Barcelona (pintados del natural) rodeando la Virgen María. "Es la viva imagen del poder de la época", ilustra Vallès. Esta obra significó un cambio de paradigma por el gótico catalán porque el uso de la